Sinopsis

Un grupo de adolescentes de un barrio suburbano en Argentina, cerca de un campo de golf, se escabullen para encontrar pelotas perdidas para vender, soñando con convertirse en golfistas. Mientras esperan una oportunidad para jugar, comparten sus deseos y debaten sobre el futuro, las guerras y los viajes en el tiempo.

Sobre su producción

El atardecer de los grillos nace en un club de golf de La Plata en 2021, cuando Gonzalo, luego de un trabajo de investigación, comienza a filmar a un grupo de adolescentes que se escabullía en el lugar para recoger pelotas. El proyecto cambia de rumbo cuando los chicos confiesan que, en realidad, esperaban a que se vaya la gente para poder jugar al golf. La película surge del deseo de entender por qué se le puede prohibir a un niño jugar.

Las condiciones de producción fueron al principio casi ocultas, hasta que los chicos comenzaron a usar el lugar como un espacio de pertenencia. Entonces, el club se convirtió en un sostén: además de encontrar allí contención, fueron becados y pudieron disfrutar del lugar como cualquier socio.

Desde VÍAS Audiovisuales entendemos la producción como un proceso creativo atravesado por la coyuntura crítica de la industria audiovisual y por la realidad socioeconómica del país. Con un diseño de producción pequeño e íntimo, elegimos un equipo técnico reducido, basado en la confianza y la cercanía, lo que nos permitió un acercamiento respetuoso y sensible al universo retratado. El rodaje se desarrolló en condiciones de gran austeridad pero con un fuerte compromiso colectivo de técnicos y protagonistas.

La financiación combinó recursos propios con el esfuerzo del equipo y, fundamentalmente, el apoyo del INCAA y de la Universidad Nacional de La Plata, que hicieron posible la realización de la película.

Creemos que este film no sólo acompaña la adolescencia de un grupo de amigos, sino que también afirma el derecho al juego y a la esperanza. Producir y distribuirlo es, para nosotros, un modo de habilitar diálogos con el público y de sostener la convicción de que este tipo de cine íntimo y necesario todavía es posible.

Sobre EL ATARDECER DE LOS GRILLOS

Atardece en el green, cantan los grillos, unos chicos golpean pelotas en la oscuridad. El campo de golf es un jardín diseñado para atravesar distancias de verde sin demasiados obstáculos de la vida vegetal, un paseo para las élites en el que por unas horas priman los silencios y la precisión, elementos poco frecuentes en la naturaleza. Las personas con dinero eligen vivir en este tipo de ficciones, en barrios cerrados a las tensiones del mundo desigual. Y sin embargo, cada tanto las pelotas caen en el agua, en los juncos, fuera del terreno delimitado por la reja, al borde del escenario.

Esta película pone la cámara ahí, en esas coordenadas, donde el pasto bien cortito se junta con la calle de tierra. Unos adolescentes recorren la vegetación buscando pelotas perdidas y las golpean cuando ya ningún socio está jugando en el jardín de los negocios. A diferencia del estilo golfista, ellos son verborrágicos y dispersos, son el canto de los grillos.

Con paciencia, la película se gana su confianza y ellos le devuelven toda su picardía. Almeida centra su mirada en ellos, los escucha enamorados del deporte, se fascina con su oralidad barrial, descubre y recuerda que con ese habla se puede hacer una película.

A esa edad, la curiosidad y la imaginación fabulera se mezclan con los asuntos del mundo. Uniformados con amuletos de Lacoste, Titleist, Callaway, hablan de putters, de las materias del colegio, hacen matemáticas, ¿cuántas hay que vender para comprar una chomba? ¿Cuántas más para hacer una cancha de mini golf en el patio de la casa de Toto? El encuadre a su altura le corta la cabeza a los señores golfistas que les charlan mientras les cambian seis pelotas por un vino, con su característica generosidad de buena educación; los pibes aún están definiendo la relación que quieren tener con el dinero, y con los que lo tienen.

Como reunidos en torno a un cuentacuentos, escuchan a un empleado del club que les explica el concepto de handicap, mediante el cual se compensa a quien tiene menor nivel: “Por eso este juego es tan lindo, porque puede jugar un jugador muy malo con uno muy bueno, y quizás el malo gane.” Joel le pregunta al director: “¿por qué no nos filmás en movimiento? Si no, la película va a ser aburrida” y mientras imita las posiciones estáticas de cámara, Toto sugiere que armen un torneo infantil, lo invita a jugar a la ficción con ellos. Remata diciendo que "Gonza" (Almeida) es un "boludo", pero quizás hay cierta ingenuidad de Toto que no quiso emular, jugando su propio juego de silencios y precisión con la cámara. Quizás entiende que este momento es hermoso porque es fugaz, como sus sueños de golfistas. Atardece y cantan los grillos.

ANDRÉS MEDINA

Ficha técnica

CP VÍAS Audiovisuales
Dir Gonzalo Almeida
ADir Rosario Telleriarte
P Gonzalo Almeida, Marianela Díaz Román, Juliana Schwindt
AP Juan Camilletti
G Gonzalo Almeida y Gina Cundari
M Mario Bocchicchio
DF Gonzalo Almeida
C Gonzalo Almeida
DS Rosario Telleriarte
PPS Hernán Biasotti
PPA Franco Palazzo
E Luciano Rithaud, Joel Mengarelli, Elián Motta, Tomás Motta,Valentín Clemente, Héctor Gabriel Carballo

BIO

Gonzalo Almeida dirigió El Vaticano, su primer largometraje con el apoyo del INCAA. Tuvo su estreno en el 8º FIDBA; 42º Festival de Cine Latinoamericano de La Habana; 19º Ischia film festival, CineLatino de Toulouse, entre otros. El atardecer de los grillos, su segundo largometraje, recibió un subsidio INCAA (Instituto de Cine y Artes Audiovisuales).

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