Sinopsis

Una pasarela divide Argentina y Paraguay. En el aire flota el guaraní y el castellano. La gente corre alborotada vendiendo de todo. En medio de ese ritmo vertiginoso, conocí a Ángel, a sus nueve años. Al escucharlo hablar me emocionó tanto que prometí volver a verlo. Un año después regresé y comenzamos a hacer una película juntos. Después de diez años, el paso de la niñez a la adolescencia se mueve en estas imágenes entre preguntas, ausencias y una potencia única de vivir y resistir contra todo.

Sobre su producción

Desde sus primeras imágenes registradas alrededor de 2015 hasta su estreno en 2025, El príncipe de Nanawa fue un proyecto de largo aliento y paciente insistencia. Su proceso de producción fue orgánico, casi vital. Los rodajes, más que "rodajes", fueron cumpleaños, visitas, vacaciones... momentos de encuentro entre Ángel y el pequeño equipo de amigxs que realizamos junto a él este documental. Momentos registrados por una cámara que adoptó siempre el pulso de la pequeña comunidad de la frontera donde filmamos y del mismo grupo que conformamos entre nosotrxs. Más que un rodaje, filmar El príncipe de Nanawa fue una experiencia de vida: la cámara se volvió parte de la intimidad y la amistad construidas. Nunca impuso su ritmo, sino que aprendió a respirar con lo que ocurría frente y detrás de ella. La incertidumbre y la falta de control sobre lo que acontecía y se filmaba se volvieron parte integral y fundamental de la forma final de la película, que terminó decantando en un proceso de montaje también muy dialogado y grupal que fue desarrollándose durante los dos últimos años, a medida que seguíamos filmando. El proyecto se consolidó gracias a una red de colaboraciones entre Argentina, Paraguay y Colombia, que hicieron posible un modo de producción artesanal, flexible y profundamente colectivo. El FONDEC, el FNA, Ibermedia, el INCAA y Proimágenes fueron las instituciones que acompañaron este recorrido. Fue un gran desafío y trabajamos mucho para que estos fondos nos ayudaran a sostener los 10 años de producción de esta película y a completar la postproducción sin que "industrializaran" ni burocratizaran nuestro proceso. 

Sobre EL PRÍNCIPE DE NANAWA

La primera aparición de Ángel Stegmayer por la cámara de Clarisa Navas ocurre en el fuera de campo. Entre los gritos y los sonidos del mercado clandestino atado con alambre de la pasarela que divide Argentina y Paraguay, su aflautada voz de nenito se hace escuchar pidiendo decir algo. “¿Puedo decir algo? ¿Puedo decir algo?” Cuando le regalan un plano medio, la entrevista se hace sola. Un niño dorado y elocuente “se los come”. Si el documental de Canal Encuentro que habían ido a filmar requería de entrevistas, Ángel no requiere de sus preguntas. Su carisma es innegable. Quiere que nos enfrentemos con su presencia y su forma de vida, sea cual sea, pero muy tranquilo. Mientras los pasea por el mercado saludando a los conocidos, opinando de la mercadería, comentando sobre lo que ve, a la gente de la cámara no le queda otra que seguirlo.

Esa inevitabilidad que genera su presencia dura casi diez años y casi cuatro horas. Como todos los niños, es único, como casi ninguno, es él: es desopilante en sus diario-blogs, entrevista a sus familiares sobre política con soltura, juega con la ficción televisiva y reflexiona sobre los últimos acontecimientos. Es un acompañante ideal y lo seguimos chochos, fascinados, por aquel territorio olvidado por el estado, por la ley y hasta por la idea europeizante de nación, por el que él se mueve con soltura descubriéndolo inevitablemente. Tirando planos, planeando encuadres, nos guía él mismo por sus propias cotidianidades y sueños, y nos hacemos parte de su propia idea del territorio como un gran pelotero suyo, que solo existe para él, donde cualquier cosa es posible. Es tanta su soltura que no dudamos de aquellas imágenes más “profesionales” de la Cámara Documental con mayúsculas que se intercala con las imágenes de su autoría: todo es suyo, desde el nombre (“mi película”). 

La variación de formatos acompaña sus acontecimientos. El teléfono celular irrumpe violentamente en la película al igual que la pandemia de COVID. La condición pacientemente derrochadora de la infancia se terminó, y el mundo se acelera solo a pasos agigantados. Literalmente, el entorno lo está cercando. Como espectadores, debemos hacernos a la idea de que caímos en la trampa que nosotros mismos nos tendimos: creer que Ángel iba a permanecer como un tesoro de nuestras propias invenciones sobre su persona, que íbamos a poder cristalizarlo dentro de ese territorio, sin que las condiciones de ese territorio se lo coman a él. Era una esperanza compartida, pero nosotros no somos niños. Pasa que él es un cineasta. Quizás solo así podemos entender que la película no está acompañando a Ángel, sino que Ángel nos acompaña a nosotros hasta que estemos seguros de que vamos a poder dejarlo ir. 

LUCÍA REQUEJO

Ficha técnica

CP Gentil cine, Yagua Pirú, Tekoha audiovisual, Invasión cine
Dir Clarisa Navas
P Eugenia Campos Guevara (AR), Sofía Paoli Thorne (PAR), Jerónimo Atehortúa (COL)
Eq Cre Clarisa Navas, Lucas Olivares, Liz Haedo, Eugenia Campos Guevara, Ángel Stegmayer 

BIO

Clarisa Navas es una guionista, directora y docente correntina. Su tercera película, el largometraje documental El príncipe de Nanawa, se estrenó en Visions du reel 2025, donde recibió el premio a la mejor película de la competición internacional. Su segundo largometraje de ficción, Las Mil y Una, fue la película inaugural de la 70 Berlinale Panorama y se estrenó comercialmente en más de veinticinco países. En 2017, el primer largometraje de ficción de Clarisa Navas, Hoy Partido a las 3, se estrenó en la Competencia Internacional del BAFICI, ha ganado numerosos premios y participado en más de cuarenta festivales de cine.

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